YAGUACHI, MI CASA GRANDE
Una combinación de historia, tradición y riqueza
Diseñado por: Cantillo Studios |
Si le preguntan a un yaguacheño
qué es lo más representativo de su tierra, la respuesta que recibirá será la
basílica de San Jacinto o las fiestas en honor a este santo.
Pero Yaguachi es mucho más que su
fiesta religiosa, que no solo atrae a feligreses, sino que es el pretexto ideal
para el comercio y la diversión.
Yaguachi también es arqueología,
es historia, es cultura y es naturaleza.
Lamentablemente quien visita este
cantón ubicado al noreste de la provincia del Guayas, que limita al norte con
Samborondón, al noreste con Alfredo Baquerizo Moreno (Jujan); al sur con
Milagro y Marcelino Maridueña y al oeste con Durán y el río Babahoyo,
encontrará muy poca evidencia de un pasado rico y glorioso.
Pocos recuerdos históricos
Hoy solo la basílica de San
Jacinto sobresale como referente para nativos y foráneos.
La estación del ferrocarril que
contribuyó al engrandecimiento del comercio en este sector a mediados del siglo
XIX, luce abandonada aunque, de manera irregular, asoma un autoferro
proveniente de Durán.
Al ver el lleno de arena y
contaminado río Yaguachi, nadie imaginaría que antaño fue la ruta comercial
obligada para transportar los productos de la sierra a la costa y viceversa.
Peor aún que en época de la
colonia la corona española asentó en estos lares la Aduanilla Real o Bodega.
Un letrero colocado antes de
llegar a Yaguachi advierte al viajero de la importancia histórica del sitio.
Se trata de la batalla de Cone o
Yaguachi Viejo, registrada el 19 de agosto de 1821 y gracias a la cual las
tropas de Sucre derrotaron al ejército español que intentaba retomar al
Guayaquil independiente para la corona.
En la parroquia Cone, ubicada a
12 kilómetros de la capital cantonal, se levanta una columna que el Mariscal
Antonio José de Sucre envió como homenaje a los yaguacheños que combatieron
junto a él.
Para acceder a este lugar, aunque
parezca extraño, es más rápido salir de Yaguachi y llegar a Milagro, que
internarse por el polvoriento camino lastrado que bordea el río Yaguachi y que
une a otras parroquias y caseríos como Vuelta Larga, San Fernando, La Cepa, El
Deseo, La Chiquita o Jaboncillo.
Al otro extremo de Yaguachi y
siguiendo otro deplorable camino de verano, se llega al recinto Bodeguita, que
en época de la colonia fue sede de la Bodega Real española.
De aquella época ya no queda
ningún vestigio, solo humildes casas de madera junto al río y extensos campos
para cultivo del arroz se observan.
El camino termina en el sitio conocido
como Monterrey, justo en lo que fue una gran piladora de la familia Yúnez, que
tuvo hasta su propio muelle.
La fiesta patronal, el desahogo
Pese a la riqueza de sus campos,
que producen arroz, tomates, pimientos, café, cacao y verduras, la permanente
falta de incentivos a los agricultores hace que estos sean cada vez menos
productivos y marginales.
Es entonces cuando aparece la
figura del santo andariego, San Jacinto, a cuya advocación se encomiendan
campesinos, citadinos, serranos y costeños.
Son miles de gentes que por estos
días arriban a Yaguachi, unos con la fe de que el santo les conceda salud o
mejore sus cosechas; otros con la esperanza de vender todos sus productos en la
denominada Mayor Feria Nacional que se arma en los alrededores de la basílica y
los demás simplemente para disfrutar de las fiestas.
Así es Yaguachi, tierra de gente
bravía a quien Armando Guevara Wolf les dice en sus coplas de mi tierra: Las
nuevas generaciones/ que no olviden el deber/ de transformar el pasado/el
brillante renacer.
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